viernes, 12 de agosto de 2011

Posición de sims


En el año 1975 aprobé el examen técnico y pasé satisfactoriamente las entrevistas personales para ocupar un puesto de programador en la petrolera ESSO. Solo quedaba una exhaustiva revisación física, que terminé haciéndola en el mismo edificio donde funcionaba la empresa ya que tenían montado una pequeña clínica al efecto. Recuerdo que por la mañana me sacaron sangre, me hicieron un análisis de orina, una audiometría, un electrocardiograma y por la tarde el examen clínico. Para lo que me hicieron desnudar, me puse un camisolín y empezó el medico a examinarme. La temperatura, la presión, me auscultó el corazón, la garganta con esas paletitas de madera y acostado sobre la camilla me revisó las ingles en busca de hernias y los testículos vaya a saber si por alguna hernia o de mimoso que era nomás. El asunto es que cuando terminó se puso unos guantes de látex. Me pregunté: -Si me tocó las bolas a mano descubierta ¿que va a hacer ahora con esos guantes? Enseguida me enteré. Tacto rectal en busca de problemas en la próstata. ¡A los 24 años! ¡Que problema podría tener a esa edad! No lo se pero había entregado el poto por dinero. Por el dinero (bastante bueno) que cobraría a partir del momento que entrara a trabajar. Había vendido mi dignidad. Resignado volví a casa.

ANÉCDOTA (al respecto): A los pocos días de este acontecimiento, mi vieja me retó por alguna cosa que me había mandado y yo le contesté para la mismísima mierda. Le levanté la voz enojado por el reto recibido. Mi viejo, testigo de lo que había pasado me dijo: -A tu vieja le gritás por una pavada, pero el otro día te metieron el dedo en el culo y ni palabra dijiste…

Varios años después, fui a ver al médico por sangre en mi materia fecal. Nuevamente los guantes de látex y…. adentro… Una pequeña hemorroide interna fue el diagnostico medico que nunca más me dio problemas ni indicio de seguir en los rincones por los que andaba.

Mi médico clínico es por demás de meticuloso. Cada vez que iba a ver, revisaba su ficha y me preguntaba como andaba de tal o cual cosa que me había pasado hasta varios años antes y por supuesto se calzaba los famosos guantes de látex y mientras lo hacía, una lágrima comenzaba a deslizarse por mi mejilla. Esto se repitió por varias visitas más.

Cumplidos los 50 y a instancias de mi familia decidí ir a revisarme la próstata. Ya estaba jugado. Ya había perdido la virginidad anal hace rato así que me dije: ¿Que le hace una mancha más al tigre? y me entregué. Grande fue mi sorpresa cuando en lugar de calzarse los guantes confeccionó una receta. Una ecografía. Nada de tacto.

Ahora ir al doctor no es como antes. Ha perdido la gracia. Las visitas son más frías, más distante es la relación con el medico. Confío en que esto cambie. Que vuelva a ser como antes cuando totalmente confiado le entregaba uno de mis más preciados tesoros al medico sabiendo que no iba a sentir algo dentro mio mientras este me agarraba con ambas manos de los hombros...

www.laverbainflamada.com

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